Está de moda la palabra «emprendedor». Desde las alturas animan, sobre todo a los jóvenes, a que se inicien como emprendedores, es decir, como empresarios autónomos de un negocio de nuevas tecnologías, un pequeño local de hostelería, como consultores, con una tienda de ropa para jóvenes, o una franquicia de las cientos que existen, por poner algunos ejemplos.
Dice la Real Academia Española que emprender es «acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro».
Existen múltiples cursos, seminarios, conferencias, libros y ahora leyes, que animan y tratan de formar, principalmente, a los jóvenes que son los que tienen enormes dificultades para encontrar trabajo. Como la «experiencia es la madre de la ciencia», después de un cuarto de siglo como emprendedor, me pregunto si no hubiera sido mejor continuar como funcionario, cuando obtuve una plaza fija después de pasar unas oposiciones, al igual que hicieron algunos compañeros.
La realidad es que, a los tres años de pasar por la Administración, volví al sector turístico que era lo que en realidad me gustaba. No tenía vocación de funcionario pero si de emprendedor. Así que creé mi empresa y como dicen «me tiré a la piscina» y comencé a buscar proyectos con el fin de transmitir mis experiencias y conocimientos.
El camino ha sido duro, nada fácil, nadie regala nada y solo si hay una actitud de disciplina, trabajo constante, deseos y empeño de estar al día , arriesgar dinero, dedicar muchas horas de trabajo y vencer las dificultades y piedras que vas encontrando por el camino, uno consigue permanecer poniendo a prueba la resistencia que nunca debe faltar.
Cuando en la Universidad preguntas a los alumnos de un Máster que quieren ser o como ven su futuro, la respuesta mayoritaria es encontrar un trabajo de asalariado con el fin de ir escalando puestos de mayor nivel. Su máxima aspiración es ser funcionarios
Para ser emprendedor, según mi modesta opinión, solo hay dos posibilidades. La primera haber vivido en un entorno de emprendedores, quizá, el ejemplo puede servir, aunque en las empresas familiares, las que crearon los abuelos, la tercera generación, posiblemente no esté por la labor de emprender, sobre todo, cuando han visto que sus predecesores se han «dejado la piel» en lo que emprendieron.
En segundo lugar, para ser emprendedor hoy en el siglo XXI, se necesita vocación, formación y capital para iniciar cualquier negocio y aguantar dos o tres años hasta que la idea madure y el mercado te admita. Da la impresión que con cualquier emprendimiento, al día siguiente empiezas a hacer caja y beneficios, lo cual sería un milagro en un escenario de crisis y cuando los bancos no dan un euro y si tienes la suerte de conseguir un crédito es de suponer que la «familia» habrá avalado lo solicitado. Después de todo un camino lleno de «espinas» y el éxito nunca está asegurado.
En el último Consejo de Ministros se han aprobado leyes con el objetivo de animar a los jóvenes en la nueva carrera de emprendedor. Si uno analizara los emprendedores que hay en el Congreso y en el Senado de nuestro país, comprobaríamos que la mayoría han «emprendido en la política», y pocos han dejado el escaño para irse a «emprender».
No hay duda que hay emprendedores de éxito, con ideas y proyectos brillantes pero el camino es duro y el riesgo siempre estará presente.
Por otro lado, no hay que olvidar que cuando vendes un producto o un servicio hay que cobrarlo y eso no es fácil, tal y como están las cosas, como no sea de pago instantáneo. Hay que disponer de una tesorería que permita aguantar los avatares de esta crisis
Los sindicatos dicen que se cree empleo de asalariados y la ministra de Empleo dice que hay que emprender…habría que ver cuál es el camino mejor.
Emprender sí, para aquellos que estén dispuestos a enfrentarse con un mundo en continuo cambio, con una competencia agresiva y múltiple y muchas dificultades en vez de facilidades por muy bonito que lo pinten.
Los emprendedores de este siglo XXI son como los que se aventuraban en el Lejano Oeste en busca de la oportunidad. Las películas, aunque son ficción, también mostraban una realidad.
Gestión de la Oferta de Alimentos y Bebidas. |