La semana pasada hemos visto como en Brasil, el país más importante de la América Latina, se han producido manifestaciones que nos han dejado sorprendidos. La subida del precio del transporte ha sido el detonante pero parece ser que había algo más. Las protestas tenían como objetivo la salud, educación, salarios, etc.
Nadie esperaba que esta enorme y gran nación, en todos los sentidos, que forma parte de los BRIC,s (Brasil, Rusia, India y China), con eventos internacionales de alcance mundial (Copa Confederaciones, Jornada Mundial de la Juventud con el Papa, Copa Mundial de Fútbol y Juegos Olímpicos), sus ciudadanos se lanzaran a la calle a elevar la voz para reclamar mejoras socioeconómicas que consideran imprescindibles.
Ha sido una sorpresa porque Brasil es una referencia actual para empresas, profesionales y todos aquellos que buscan mercados a sus proyectos. En todos los sectores económicos hay oportunidades pero los brasileños se han cansado de esperar a que su «estado del bienestar» les llegue de forma más clara, pues no entienden el gasto que se está produciendo para acoger todos estos eventos previstos, cuando lo que ellos necesitan es mejorar sus posibilidades educativas, de salud y salariales, además de estar hartos de corrupción e inseguridad en determinados lugares.
Si miramos el mapa de este mundo actual, vemos como las manifestaciones por motivos similares o diferentes están en otros países como Turquía, Grecia, Italia, Francia, etc. También, en Paraguay han comenzado a protestar. Hay otros lugares del planeta donde el descontento está latente, aunque todavía no se haya expresado de la misma manera. Aquí las protestas se relacionan con las «preferentes», educación, sanidad, corrupción, recortes salariales, paro, etc.
En esta segunda década del siglo XXI, la transparencia se ha convertido en el gran enemigo de los políticos y sus políticas que manipulan y engañan, de los personajes públicos que transmiten una imagen pero su realidad es otra, de las instituciones públicas y privadas que se muestran como ejemplares y son verdaderos pozos sin fondo del despilfarro en beneficio de unos pocos asentados en poltronas conseguidas por el amiguismo, el partidismo y el repartidor de comisiones.
Hoy, el mundo se ha convertido en una cebolla cuyas capas se van retirando y ofrecen su total crudeza con la ventaja para los ciudadanos que se van enterando de lo que había escondido dentro de cada una.
Solo hace falta leer la prensa. Nos enteramos que las TIC,s sirven para espiar a cualquier ciudadano y enterarse de su vida privada, de lo que dice, opina o va hacer, tal y como nos anuncian con el seguimiento a Redes Sociales, teléfonos, etc., en el Reino Unido y Estados Unidos Es el Gran Hermano o Hermano Mayor de la novela «1984» de George Orwell (Eric Arthur Blair, su verdadero nombre) que describe una sociedad vigilada por los «Ministerios del Amor, de la Paz, de la Abundancia y de la Verdad » y el lema del Partido es «Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza».
El Ministerio del Amor se ocupa de administrar los castigos, la tortura y de reeducar a los miembros del Partido inculcando un amor férreo por el Gran Hermano y las ideologías del Partido.
El Ministerio de la Paz se encarga de asuntos relacionados con la guerra y se esfuerza para lograr que la contienda sea permanente. Si hay guerra con otros países, el país está en paz consigo mismo
El Ministerio de la Abundancia es el encargado de los asuntos relacionados con la economía y de conseguir que la gente viva siempre al borde de la subsistencia mediante un duro racionamiento.
El Ministerio de la Verdad se dedica a manipular o destruir los documentos históricos de todo tipo (incluyendo fotografías, libros y periódicos), para conseguir que las evidencias del pasado coincidan con la versión oficial de la historia, mantenida por el Estado.
Al leer esto se le «ponen a uno los pelos de punta» pero lo que está claro que la corrupción se ha convertido en pública, los chalaneos de muchos personajes no se pueden esconder, las mentiras se convierten en películas u obras de teatro a las que podemos asistir viendo a los «actores» y cada día se ofrece la desnudez e hipocresía de los que pretenden engañar al pueblo que cada vez está más harto.
El problema actual es que todo se difunde de manera instantánea y no hay manera de parar estas respuestas de los ciudadanos que acuden a expresar públicamente el continuo malestar que sienten ante la falta de soluciones a sus problemas diarios, mientras ven como el dinero, el dinero de sus impuestos y de su trabajo, se dilapida por corruptos profesionales que abusan en las democracias y las dictaduras.
Hace un año, Brasil (20-22 de junio) acogía la Cumbre del Desarrollo Sostenible. Acudieron más de un centenar de Jefes de Estado y de Gobierno, altos cargos de las Administraciones Públicas de los países del planeta, científicos, intelectuales etc. Allí, en Río de Janeiro, el Documento final de la Conferencia bajo el titulo «El futuro que queremos» comenzaba las 283 Recomendaciones de la siguiente manera:
I. Nuestra visión común
1. Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno y los representantes de alto nivel, habiéndonos reunido en Río de Janeiro (Brasil) entre el 20 y el 22 de junio de 2012, con la plena participación de la sociedad civil, renovamos nuestro compromiso en pro del desarrollo sostenible y de la promoción de un futuro económico, social y ambientalmente sostenible para nuestro planeta y para las generaciones presentes y futuras.
Parece ser que aquellas conclusiones no han hecho mella en la sociedad brasileña que, cansada como otras muchas, se ha echado a la calle a reclamar más educación, más sanidad, mejoras salariales y finalizar con la corrupción.
La política y los políticos tienen que reflexionar y empezar a cambiar su modo de actuar porque la ciudadanía está más que harta de sus decisiones incompetentes. No es la democracia, son muchos de ellos que se amparan bajo su paraguas, resistiendo hasta las próximas elecciones, creyendo que la gente se habrá olvidado de sus «pifias» olvidando que la transparencia les persigue.
Como decía Ollanta Humala, presidente de Perú «hoy ya no se puede hacer invisibles a los pobres como hace 50 años» (El País 22/06). Todo, ha dejado de ser invisible: la corrupción, la ineptitud de los políticos que no dicen nada más que sandeces repitiendo el mensaje del Hermano Mayor, el paro que es una losa tan pesada que no saben qué hacer con ella, los bancos que siguen atrincherados sin abrir el grifo del crédito a pesar de la letanía que pronto van a dar, el mantra de que se va a crear empleo cuando siguen cerrando empresas y el consumo baja en todos los sectores…solo el turismo hace una especie de «boca a boca» para que las cifras del paro se reduzcan en este período estival.
Como tenemos «tantos amigos», el periódico alemán Bild nos brindó un sabroso artículo, «El verano más oscuro de Mallorca», poniéndonos a «caer de un burro» asegurando que la isla ya no es lo que era. No se conforman con la Sra. Merkel y sus recetas «austericidas» sino que nos critican por tener que aguantar y soportar a los indeseables que nos llegan, se emborrachan, drogan y destrozan lo que les viene bien, eso sí no les toques pues enseguida aseguran que les han maltratado.
Algo está pasando en esta sociedad del siglo XXI que ni Obama («el planetario del encuentro», como nos informaba la «ex-ministra» Pajín y que gracias a Dios que se fue y no sabemos dónde está), puede solucionar ya que a él se le acumulan también los problemas.
Pero, no perdamos el optimismo. Como alguien dijo, «lo que sucede conviene» y quizá es hora de la renovación, de una Nueva Era Sostenible (el mundo NES) que nos limpie de tanta basura acumulada en estos años de abundancia, sobre todo para algunos.
Mientras, se reúnen en Bruselas para aprobar un fondo para el empleo juvenil (el que pasa de los 40 años, lo empieza a tener crudo) y también para que el crédito «fluya» a las PYMES. Veremos cuantos empleos para jóvenes se crean y a que intereses se dan los créditos y con qué avales.
A pesar de tener en contra a Brasil, España se ventiló a Italia y ahora viene la final. El fútbol es el mejor antídoto para amansarnos…como los romanos en el circo, aunque allí se mataban.
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