Solidaridad de un pueblo ante una tragedia

Nadie podía imaginar que camino de Santiago de Compostela, fiesta del Apóstol, cuando gallegos, visitantes, peregrinos, personas llegadas de otros países pensaban celebrar el día grande de Galicia. A escasos kilómetros de la estación de la capital compostelana, a las 20.42 horas del día 24 de julio, un tren de los llamados “alta velocidad”, procedente de Madrid, se salía de su vía dando lugar a uno de los accidentes más graves de la historia del ferrocarril.

La curva de A Grandeira y los vecinos del barrio de Angrois vivieron una tragedia difícil de olvidar. Las causas serán determinadas por los expertos y autoridades competentes, pero la realidad está ahí con 78 muertos y más de un centenar de heridos, algunos en estado crítico.

En estos momentos de crisis, de noticias que avalan una descenso de los valores que deben ser fundamentales para el desarrollo de una sociedad, surge la solidaridad de un grupo vecinal que acude a algo tan simple y necesario en esos momentos críticos, como es prestar ayuda a esas personas atrapadas en los vagones de un tren cuya finalidad era llevar sanos y salvos a los pasajeros a su destino.

Allí acudió el pueblo sencillo y llano a tratar de salvar vidas, exponiendo las suyas, en unos momentos que solo se oían gritos de dolor y pidiendo ayuda. Cumplieron siendo solidarios, sin pensarlo, llevando todo lo que creían necesario para los heridos y los que yacían sin vida. Al poco tiempo llegaron bomberos, policías, sanitarios, todos aquellos que se presentaron con la máxima rapidez al lugar del siniestro.

Galicia

Lo decía ayer el Papa en Brasil, en uno de los barrios más pobres, la favela  Varginha, haciendo una llamada de atención a la “cultura de la solidaridad”·

La población del barrio de Angrois siempre será un ejemplo para la memoria de los valores humanos.

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