El Instituto de la Sostenibilidad Turística® (ISTur) comienza esta nueva sección con el objetivo de recordar noticias y hechos relevantes relacionados con la sociedad que formaron parte del siglo XX.
Hoy iniciamos este espacio recordando la palabras pronunciadas por D. Jesús Felipe Gallego en el acto inaugural de la II Conferencia Internacional de Profesiones Turísticas, “RECURSOS HUMANOS EN TURISMO: UN NUEVO PARADIGMA” que se celebró los días 26 y 27 enero de 1998 y que estuvo Organizada por la Asociación Española de Directores de Hotel (AEDH), la Feria Internacional de Turismo, Fitur 98 y la Organización Mundial del Turismo.
El acto inaugural estuvo presidido por D. Jesús Felipe Gallego, entonces Presidente de la Asociación de Directores de Hotel de España, actualmente su Presidente de Honor; D. Francesco Frangialli, Secretario General de la Organización Mundial del Turismo; Dña. Margareta Winberg, Minister of Labour, Sweden; Dña. M. Fernanda Valencia Fálquez, Vice-Ministra de Turismo de Colombia y D. Manuel Pimentel Siles, Secretario General de Empleo, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, España.
Antonio Enríquez de Savignac, Secretario General de la Organización del Turismo (OMT); Jesús Felipe Gallego Lawrence Klein Premio Nobel de Economía en 1980.
La intervención del Sr. Felipe Gallego tuvo el siguiente contenido:
Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades, señoras y señores:
En primer lugar quisiera transmitirles, en nombre de la Asociación Española de Directores de Hotel, una cordial y calurosa bienvenida a esta II Conferencia Internacional de Profesiones Turísticas cuyo tema global va a ser El Empleo en el Turismo: hacia un nuevo Paradigma.
Aunque quizá no fuera necesario recordar lo que representa hoy día en esta sociedad de finales del siglo XX la gran batalla por el logro del empleo, sí conviene que empecemos reafirmando la necesidad, cada vez más urgente, de crear una verdadera conciencia ciudadana del derecho de las personas a tener un puesto de trabajo que les permita disfrutar de una vida, básicamente, digna y decorosa.
Este año que se celebra el Cincuenta Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, probada en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 10 de diciembre de 1948, nos sirve también para reflexionar sobre lo que dice su Artículo 23:
«Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo…»
Cincuenta años después, la realidad del mundo actual nos indica que, en muchos países, se alcanzan cifras escandalosas de desempleo y, en otros, se enmascaran a través de economías sumergidas que no permiten saber con exactitud la situación de millones de personas que se debaten entre la miseria y la supervivencia.
Da la impresión de que la proyección del próximo tercer milenio busca su imagen, única y exclusivamente, a través de una fiebre liberalizadora de las empresas de capitales que hacen olvidarnos de la impotencia e imposibilidad que tienen grandes colectivos de la población mundial para elegir y/o conseguir un empleo.
No podemos ni debemos por nuestro propio interés pensar que el derecho al trabajo es solo consecuencia del mercado, de la competitividad o de los programas políticos de uno u otro signo.
No debe ser, tampoco, resultado exclusivo de modelos como el de la Europa social o el del Japón, que hoy se debate en una profunda crisis, y donde la empresa es madre y padre del ciudadano, o el de los Estados Unidos que, como alguien dijo, «el mejor contrato de trabajo es el que no existe».
Sabiendo de antemano que las otras referencias en la creación de empleo no han servido, llámase colectivismo, burocratización de los sistemas o empleo público a go-gó, la pregunta sería si esta nueva sociedad del año 2000 será capaz de encontrar una cuarta o quinta vía donde el devenir laboral no se convierta en un túnel oscuro, donde la luz no aparece y son solo sombras las que permiten concebir una esperanza.
En un mundo donde el marketing diversifica la oferta, ofreciendo productos y servicios para todos los gustos, mercados o culturas, el paro también se ha supersegmentado.
Ya son colectivos diversos los que lo integran. Pueden ser jóvenes, gentes de edad media u otros que lo llamamos eufemísticamente «parados de larga duración», sin contar con el de las mujeres, que siguen soportando barreras de toda naturaleza.
El sociólogo francés Alain Touraine hace poco decía que «la realidad actual del mundo del trabajo se mueve entre la lógica financiera y las demandas sociales, distancia que amenaza el buen funcionamiento de la economía misma».
Nuestro catedrático de Derecho de Trabajo en la Universidad Complutense de Madrid D. Juan Antonio Sargado y escribía hace poco en un artículo en el que se preguntaba: ¿Hay un lugar para el derecho del trabajo bajo el sol?» y, apuntaba entre otras cosas, las siguientes:
- Los economistas han entrado a saco en el mundo de las relaciones laborales.
- No apretemos siempre lo laboral porque también lo económico, lo comercial, lo industrial y lo organizativo tienen posibilidades de mejora.
- En el proyecto de empresa lo laboral no ha de mirarse como una carga, sino como una palanca que puede, sobre todo las empresas de servicios, ser el motor de la eficiencia de la empresa».
Se nos plantea -y lo estamos viendo en los últimos tiempos- un escenario de tensiones como consecuencia del paro o la precariedad del trabajo en muchos países.
El mundo de la globalización y de la comunicación, el de la estación Alfa o el de los grandes desafíos a este universo, no puede ser incapaz de avanzar en la solidaridad social o en la distribución de la riqueza que permita responder no ya al principio universal de que todos somos iguales, sino de que todos necesitamos el trabajo como un bien imprescindible que nos puede llevar a un mejor desarrollo humano.
El paradigma del empleo en las últimas cuatro décadas de desarrollo turístico ha tenido notables cambios según se ha ido avanzando en la competitividad. De una mano de obra con escasa formación, poco tecnificada y proveniente de sectores en declive, estamos pasando a recursos humanos con mayores posibilidades de formación, más responsabilidades y con objetivos concretos de productividad y de calidad.
Atravesamos por una psicosis reductora de plantillas en muchos establecimientos turísticos, fruto de crisis y coyunturas económicas desfavorables y queremos dar un salto cualitativo en la mejora de los servicios… y esto solo se puede hacer con personas formadas y capacitadas que tienen en el trabajo su proyección como personas y que han pasado el umbral del paradigma del conocimiento.
Las actividades turísticas presentes y futuras deberían convertirse en dinamizadoras del empleo y para ello es necesario romper todas aquellas barreras que impidan su creación. Hace falta una verdadera disposición e imaginación para perfilar las nuevas empresas del siglo XXI y, al mismo tiempo, hace falta también remover el espíritu laboral para definir nuevos recursos humanos que se integren al dinamismo de una nueva sociedad que será, definitivamente, diferente en lo que respecta al binomio capital-trabajo.
El hombre de hoy, el ser humano de estas postrimerías del siglo XX, no puede seguir viviendo del conflicto «mundo del capital» y «mundo del trabajo». Nadie puede creer a estas alturas, y en los escenarios que estamos viviendo y en los que se prevén, que el derecho al trabajo va a estar marcado única y exclusivamente por las normas monetarias.
Hay que introducir la ética y la justicia social para que sean posibles las palabras de Juan Pablo II en su Tercera Carta Encíclica Laborem Exercens – El Trabajo Humano: «El hombre debe trabajar por respeto al prójimo, especialmente, por respeto a la propia familia, pero también a la sociedad a la que pertenece, a la nación de la que es hijo o hija, a la entera familia humana de la que es miembro, ya que es heredero del trabajo de generaciones y al mismo tiempo co-artífice del futuro de aquellos que vendrán después de él con el sucederse de la historia.»
No podemos defraudar a una juventud que tiene más que nunca acceso a la educación y a la formación impidiendo su desarrollo. Tampoco es solución seguir creando bolsas de paro con aquellos que en determinadas edades pierden sus empleos o se les empuja a un paro o jubilación forzosa, contradicción con una esperanza de vida cada vez más amplia. No podemos negar a las mujeres compatibilizar su vida familiar con su vida laboral.
El turismo, que representa el gran descubrimiento del siglo XX y quizá el logro social más importante de toda la Humanidad, pues permite disfrutar, conocer y acercarnos a otras personas, otras culturas y otros lugares, sean cercanos o lejanos, también sirve para crear puestos de trabajo, dada la naturaleza de su efecto multiplicador, sobre todo si somos capaces de flexibilizar y facilitar la generación de empresas a través de condiciones sencillas, simples, rápidas y estimulantes.
La Ministra de Desarrollo Internacional británica Clare Short hace poco expresaba: «La historia solo avanza cuando la gente aspira a algo mejor.»
Desde esta perspectiva los hombres y mujeres del turismo tenemos la obligación de crear posibilidades laborales para éstas y las próximas generaciones. Sería mejor hablar de sociedad de personas que de sociedad de capitales.
La solución al problema del empleo requiere el concurso de todos. El nuevo paradigma, el más digno, será el que logre dar la oportunidad de trabajo al ser humano.
Con los paradigmas del pasado no podemos entrar en el futuro. Hay que asumir nuevos retos que nos sirvan par perfilar otros modelos de empresas, nuevos modelos en las relaciones sociales y laborales, reutilización más activa de los beneficios en relación con el empleo y, sobre todo, nuevas políticas que no se cimenten en paradigmas del ayer que ya forman parte de otras épocas.
Los nuevos paradigmas que ya afectan y afectarán al empleo en el turismo, tienen su referencia en tres pilares básicos.
- La nueva Sociedad del Conocimiento, que como dice Alvin Toffer en su libro El cambio del poder, clasifica las compa-as de hoy y del mañana en muy cultas, cultas y poco cultas, dependiendo de lo intensivas en conocimiento que sean. El empleo del presente y del futuro tendrá y necesitará, cada vez más, un perfil de conocimiento amplio, diverso, innovador y multicultural.
- El empleo dependerá de la flexibilidad de la sociedad y de su capacidad para reducir normativas y barreras que estrangulan la creación de puestos de trabajo o minimizan el ánimo de aquellos que podrían aventurarse como empleadores.
- Las actividades turísticas deben abrir nuevos campos de actuación que permitan desarrollar el ocio en todas sus dimensiones pues, sin duda, ésta será la gran base creadora de empleo en el siglo XXI.
La historia nos demuestra que el mundo ha ido superando referencias políticas, sociales, culturales o económicas que no hace mucho parecía imposible transformar
Cada paso hacia adelante representa cambios paradigmáticos que surgen de la creatividad, valentía, disciplina, visión o entrega total a nuevos objetivos que, generalmente, al principio no son asumidos por quienes están habituados a la continuidad e inercia del modelo imperante.
El turismo y sus actividades pueden y deben producir paradigmas activos que permitan crear empleo de acuerdo a las necesidades de esta nueva sociedad que tiene que encontrar, perentoriamente, caminos de bienestar mínima para todos, de lo contrario difícilmente seremos herederos de aquellas palabras que se recogen en el preámbulo del Tratado de Roma o de la CEE firmado hace cuatro décadas:
«Decididos a asegurar, mediante una acción común, el progreso económico y social de sus respectivos países, eliminando las barreras que dividen Europa. Fijando como fin esencial de sus esfuerzos la constante mejora de las condiciones de vida y trabajo de sus pueblos».
Hemos avanzado, sin duda, en el tema del empleo, pero estoy convencido de que en los años venideros múltiples respuestas nos esperan para disfrutar de un mundo más justo y solidario.
Como dice el proverbio indú: «Siempre hay mil soles más allá de las nubes». Este es para nosotros, el nuevo Paradigma del Empleo en el Turismo y hacia él nos encaminamos, si queremos una sociedad digna para la mayoría y no una sociedad rica para unos pocos.
Estrategia empresarial para las empresas turísticas. |
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