Educación y Formación para el Turismo del siglo XXI.

 El complejo mundo de las actividades y empresas turísticas y los destinos que reciben gentes de lugares cercanos o lejanos, nos exige hoy, en esta segunda década del siglo XXI, una reflexión profunda sobre las necesidades de educación y formación de los que se supone somos los «anfitriones» de los que nos visitan.
El turismo es un tema recurrente de políticas, congresos, cursos, seminarios, etc., donde la formación es el foco principal. Uno se pregunta ¿por qué se trata esta cuestión de manera tan repetitiva?. La respuesta no puede ser más sencilla, porque algunas de las actividades turísticas, sus empresas y las políticas no terminan de cimentar muchas de las ocupaciones relacionadas con ellas, sobre todo aquellas donde el contacto con el público es continuo y las actitudes y aptitudes no llegan de la mano con una adecuada EDUCACIÓN Y FORMACIÓN.
En los últimos años al formación se ha ofrecido por activa y por pasiva. Nunca ha habido tanta oferta, ni tantas facilidades. Otra cosa han sido los contenidos, quienes los profesores, conferenciantes, etc. y quienes han sido los receptores y qué empresas han aprovechado estos conocimientos.
La multitud de cursos subvencionados ha llegado a tal extremo que las empresas, consultoras, autónomos, etc., viven de manera intensa la «caza del alumno», aunque lo que se vende «Dios dirá». En el caso de la Hostelería, los resultados no son ni buenos ni malos, pero no son los que deberían ser si queremos ser el no va más del turismo mundial. Es como si la fabricación de coches por Alemania fuera regular y el vehículo que se exporta no saliera en perfectas condiciones con garantía. Aquí la prestación de servicios, unas veces es buena, otras regular y, quizá, demasiadas, malas o muy malas. Hablo, en general, pues no hay que olvidar que en nuestro país hay más de 350.000 empresas hosteleras. Podemos ser benevolentes o hablar de nuestras excelencias gastronómicas o de los destinos, pero si no espabilamos, puede pasar lo que está sucediendo ahora con la economía, que la de la top league hemos pasado a segunda división.
Es cierto que la crisis nos ahoga más o menos a todos, pero no debemos olvidar que para prestar excelentes o buenos servicios hosteleros hacen falta «cabezas y manos». Parece ser que demasiados establecimientos olvidan que los servicios son personas. El lujo, las habitaciones de diseño y las ofertas gastronómicas o los restaurante más sencillos necesitan profesionales con EDUCACIÓN Y FORMACIÓN
La primera tiene que ver con los valores y principios básicos del ser humano: hospitalidad, solidaridad, atención, calidez, relación con los otros, etc. La segunda con las aptitudes que se deben adquirir para incorporarse a la sociedad, al mundo del trabajo. En definitiva, es lo que la familia, el entorno, los centros de formación y la sociedad en general, transmiten a los individuos en la era del turismo global.
En octubre de 1999, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) publicaba:
«Los Siete Saberes para una Educación del Futuro » del filósofo y sociólogo francés Edgar Morín. Sus enunciados se resumían en los siguientes temas:
• Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
• Los principios de un conocimiento pertinente
• Enseñar la condición humana
• Enseñar la identidad terrenal
• Enfrentar las incertidumbres
• Enseñar la comprensión
• La ética del género humano

 En el Prefacio, el Director General de la UNESCO, Federico Mayor, decía:
«La UNESCO se ha dedicado pensar de nuevo la educación en términos de durabilidad, especialmente en su función de encargada del «Programa internacional sobre la educación, la sensibilización del público y la formación para la viabilidad”, lanzado en 1996 por la Comisión para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Este programa de trabajo enuncia las prioridades aprobadas por los Estados y apela a estos así como a las organizaciones no gubernamentales, al mundo de los negocios y de la industria, a la comunidad académica, al sistema de las Naciones Unidas, y a las instituciones financieras internacionales para que tomen rápidamente medidas con el fin de poner en práctica el nuevo concepto de educación para un futuro viable y reformar, por consiguiente, las políticas y programas educativos nacionales. En esta empresa, la UNESCO ha sido llamada a ejercer el papel de motor que movilice la acción internacional».
Probablemente el texto de Edgar Morin sea denso, pero es una llamada de atención a la «educación y la formación» del presente, ya que ha pasado más de una década desde su publicación.
El turismo, al igual que la sociedad, se ha globalizado. Viajamos a cualquier parte del mundo y recibimos igualmente, hombres y mujeres de cualquier lugar del planeta. Necesitamos personas con una formación sólida, conociendo muy bien cuál es su profesión u ocupación elegida y que se le va a exigir. Da lo mismo un directivo de hotel, un ejecutivo de una agencia de viajes, un planificador de un destino, un recepcionista, un guía, un funcionario de una institución turística, un camarero o un formador.
Estamos en mundo en transformación permanente. En la época de la competitividad, la innovación, las nuevas tecnologías, los emprendedores, los viajes al espacio, las redes sociales, etc., las universidades y los centros de formación profesional ofrecen posibilidades inmensas a nuestros jóvenes pero hay que cambiar el modo de educar y formar a las personas que se quieren incorporar a este mundo diverso y complejo, como decíamos al principio. De lo contrario, todo es «ronroneo».
El turismo ofrece muchas posibilidades para encontrar trabajo y las empresas turísticas se quejan a veces de la falta de formación de los que llegan a ellas y, los que son contratados, no sienten una verdadera vocación al ver y sentir lo que encuentran. Algo sucede y, los países donde el turismo tiene un peso específico en su economía, deberían analizar cuáles son las razones de ese descontento en las dos direcciones.
Todos sabemos que el hecho turístico es algo profundamente arraigado en la sociedad del siglo XXI. NO HAY MÁS ALTERNATIVAS QUE LA EDUCACIÓN Y LA FORMACIÓN, si queremos ofrecer un turismo sostenible y, quizá, los «siete saberes» de Edgar Morin puedan ser una referencia.

Los Perfiles Profesionales de los directivos hoteleros en el siglo XXI.

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5 Comentarios

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