CARTA AL PAPA FRANCISCO

Santidad:

Permítame que este humilde ciudadano del planeta Tierra me dirija a Vd. que, desde hace algunos años, trato, con no muy buenos resultados, trasladar al mundo del turismo, a sus empresas, instituciones y personas el mensaje de la SOSTENIBILIDAD.

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La sorpresa de la publicación de la encíclica «Laudato Sí» debe representar para aquellos que, disfrazados de benefactores de la humanidad,  tenían cerradas las puertas de un espacio del que ya no podemos escondernos que representa la INSOSTENIBILIDAD de este mundo diseñado, fabricado y desarrollado para el beneficio de una minoría y el sufrimiento, escasez, miseria, pobreza o , simplemente, la nada, para una gran mayoría de ciudadanos de muchas partes de este mundo a los que solo miramos a través de las pantallas de las televisiones cuando nos ofrecen visualmente sus desgracias, sentados en un cómodo sillón, haciendo el zapping correspondiente cuando las imágenes empiezan a ser dolorosas, crueles o insoportables.

La encíclica, Santidad, es como una bofetada que nos llega sin avisar y que trata de ponernos en el sitio adecuado, que duele por inesperada  y por dura, dada con la «mano abierta» y con toda la fuerza.

No deja nada al azahar, ni a la duda, ni a la interpretación errónea, es la realidad más cruda sobre lo que está viviendo la «casa común y sus inquilinos».

Como es natural ya han empezado las voces críticas que aseguran que el Papa debía dedicarse a otras cosas más venerables y no a hacer denuncias de esta naturaleza. Habla el Papa y nos dice:

«A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la inten­sificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». Si bien el cam­bio es parte de la dinámica de los sistemas com­plejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el proble­ma de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e in­tegral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.»

Es cierto que queremos llegar, no se sabe dónde, pero todo se ha vuelto inmediato, lo quiero ahora, no quiero que madure, los niños quieren ser adolescentes, estos quieren ser jóvenes y a su vez ellos quieren ser mayores…y estos querían volver a la eterna juventud que para eso está la cosmética y las «clínicas de cirugía estética». El otro día leía una declaraciones de un experto en belleza masculina: han aparecido los «lumbersexuales» de barba abundante, camisa a cuadros y van de acampada…los hipster han pasado de moda…qué cosas Santidad tenemos que leer o escuchar para estar al día de esta nueva sociedad.

La contaminación  es otra de las preocupaciones del Papa en su encíclica:

«La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, espe­cialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras.»

Todos los días millones de personas se enfrentan a la contaminación sin nada ni nadie que lo remedie. Las grandes ciudades como Bejing, México DF. El Cairo, París, Nueva York, Ulan Bator, Lahore, Nueva Delhi, Riad, Dhaka, Moscú, etc., son las «campeonas» de este ranking que produce millones de muertes cada año.

Solo un 12 por ciento de la población mundial que vive en ciudades respira aire limpio.

Millones de toneladas de residuos, muchos peligrosos, se producen en ciudades, fábricas, viviendas, etc., dando lugar a «residuos domiciliarios y co­merciales, residuos de demolición, residuos clíni­cos, electrónicos e industriales, residuos altamen­te tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería… Toda­vía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limi­tar al máximo el uso de los recursos no renova­bles, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. Abor­dar esta cuestión sería un modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son todavía muy escasos»

Ver a personas con mascarillas para protegerse de una atmósfera contaminada es una realidad diaria. Los vemos acudiendo a su trabajo o yendo en bicicleta, como sucede en las grandes poblaciones de China.

Pero si esto es grave, lo es más ver a niños, adolescentes, mayores o ancianos escarbando en las montañas de basuras con el objetivo de encontrar algo que les sirva para lograr unas monedas. Los grandes basureros como el de Bordo Poniente, a las afueras de Ciudad de México, se suma a los que hace referencia la asociación Waste Atlas que en su segundo informe anual, recogen datos de los 50 vertederos más grandes del mundo. La gran mayoría de ellos están en África (18) y Asia (17), seguidos por América Latina y el Caribe (13 en total). No obstante, Europa también aparece en este listado, con dos enormes vertederos en Ucrania y Serbia.

Con nombres concretos estos basureros se encuentran en:

ÁFRICA

  • Agbogbloshie (Ghana)
  • Arlington (Sudáfrica)
  • Awotan (Apete) (Nigeria)
  • Dandora (Kenia)
  • Doumanzana (Mali)
  • Eneka (Nigeria)
  • Epe (Nigeria)
  • Granville Brook (Kissy) (Sierra Leona)
  • Hulene (Mozambique)
  • Kibarani (Kenia)
  • Lagoon (Sudán del Sur)
  • Lapite (Nigeria)
  • Luipaardsvlei (Sudáfrica)
  • Mbeubeuss (Senegal)
  • New England Road (Sudáfrica)
  • Olushosun (Nigeria)
  • Pugu Kinyamwezi (Tanzania)
  • Solous 2 (Nigeria)

ASIA

  • Al Akaider (Jordania)
  • Al-Husaineyat (Jordania)
  • Bantar Gebang (Yakarta)
  • Bishkek (BADS) (Kirguistán)
  • Bruhat Bangalore Mahanagara Palike (India)
  • Deir al Balah (Franja de Gaza)
  • Deonar (India)
  • Ghazipur (India)
  • Htain Bin (Birmania)
  • Htwei Chaung (Birmania)
  • Jam Chakro (Surjani site) (Pakistán)
  • Johr al Deek (Franja de Gaza)
  • Mehmood Booti (Pakistán)
  • Payatas (Filipinas)
  • Sofa (Rafah) (Franja de Gaza)
  • Suwung (Indonesia)
  • Tiba (Timor Oriental)

AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

  • Bariloche (Argentina)
  • Cancharani (Perú)
  • El Milagro (Perú)
  • Estrutural (Brasil)
  • Jaquira (Haquira) (Perú)
  • K’ara K’ara (Bolivia)
  • Quebrada Honda (Perú)
  • Reque (Perú)
  • El Trebol (Guatemala)
  • La Chureca (Nicaragua)
  • La Duquesa (República Dominicana))
  • Tegucigalpa (Honduras)
  • Trutier (Haití)

EUROPA

  • Alushta (Ucrania), Vinča (Serbia)

Algunos de ellos, se dedican a la basura electrónica que envían los «países desarrollados»

El cambio climático se aborda con suma claridad:

«La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de produc­ción y de consumo, para combatir este calenta­miento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan. Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las úl­timas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbóni­co, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emiti­dos sobre todo a causa de la actividad humana…»

…«A ello se suma la contaminación que afecta a todos, de­bida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la aci­dificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general. La tecnología que, liga­da a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.

Hay que considerar también la contami­nación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y co­merciales, residuos de demolición, residuos clíni­cos, electrónicos e industriales, residuos altamen­te tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura. Tanto los residuos industriales como los produc­tos químicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden producir un efecto de bioacumula­ción en los organismos de los pobladores de zo­nas cercanas, que ocurre aun cuando el nivel de presencia de un elemento tóxico sea bajo…»

Todavía hay incautos que creen que las variaciones del clima, los desastres naturales, la anticipación o retraso de las estaciones climáticas es un invento de unos cuantos ilusos. Cada año vemos como se producen situaciones desgraciadas en países, regiones o en zonas muy concretas donde riadas de agua, granizo, desbordamientos, etc., afectan a las poblaciones.

Francisco, que es un Papa que ha roto los esquemas a los que la Iglesia nos tiene acostumbrados, no «deja títere con cabeza». Así denuncia la corrupción, a la incontinencia de las grandes multinacionales por los beneficios y la especulación, la pérdida de biodiversidad y el problema del agua.

Agua que es el mayor tesoro del siglo XXI, empieza a notarse escasez en muchos lugares del planeta.

«El agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es in­dispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos. Las fuen­tes de agua dulce abastecen a sectores sanitarios, agropecuarios e industriales»

Misioneros, como los «Combonianos», se afanan en el Sahel construyendo pozos para pequeñas poblaciones que carecen de agua. Construir un pozo cuesta 1500 euros y así la han recibido cristianos y musulmanes, una acción pastoral que seguro no se habrá hablado en la última reunión del Club Bildberg, donde dicen que van los que gobiernan el planeta.

La contaminación de los océanos es otra de las grandes preocupaciones del Papa. Hay superficies marinas, como sucede en el Pacífico, cubiertas de todo tipo de basuras, plásticos, metales, tejidos, etc,. que afectan a los que habitan en esas aguas y que van desapareciendo por la ingesta de estos desperdicios que enviamos los humanos.

Leemos en la Encíclica:

«Adentrándonos en los mares tropicales y subtropicales, encontramos las barreras de co­ral, que equivalen a las grandes selvas de la tierra, porque hospedan aproximadamente un millón de especies, incluyendo peces, cangrejos, molus­cos, esponjas, algas, etc. Muchas de las barreras de coral del mundo hoy ya son estériles o están en un continuo estado de declinación: « ¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color? ». Este fenómeno se debe en gran par­te a la contaminación que llega al mar como re­sultado de la deforestación, de los monocultivos agrícolas, de los vertidos industriales y de méto­dos destructivos de pesca, especialmente los que utilizan cianuro y dinamita. Se agrava por el au­mento de la temperatura de los océanos».

Las grandes ciudades se han convertido en una especie de trampa donde la vida no es fácil para muchos de los que acuden a ellas por falta de soluciones en sus hogares de origen. Solo hay que ir en los transportes públicos por la mañana donde mujeres y hombres acuden a sus trabajos utilizando hasta dos horas en trayectos que se convierten cada día en una pesadilla.

«..Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimien­to desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a la contaminación originada por las emisiones tóxicas, sino también al caos urbano, a los problemas del transporte y a la contamina­ción visual y acústica. Muchas ciudades son gran­des estructuras ineficientes que gastan energía y agua en exceso. Hay barrios que, aunque hayan sido construidos recientemente, están congestio­nados y desordenados, sin espacios verdes sufi­cientes. No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza».

Es un documento rico en contenido, claro, que estoy seguro a muchos no gustará pero es un escenario real, el de la INSOSTENIBILIDAD, aquello que hoy no se puede soportar. Este es el reto de la sociedad del siglo XXI.

Santidad, le pido disculpas por esta carta. No soy un católico practicante, creo en el ser humano y la responsabilidad que todos tenemos en aportar lo mejor de nosotros mismos para que aquellos de nuestros semejantes más necesitados, logren tener una vida digna y suficiente para ellos y sus familias.

Mientras en esta España que no sabemos hacia donde se dirige, unos días nos hablan de la “unidad popular” (los dirigentes en su mayor parte no saben lo que es doblar el lomo), otros del peligro de los de la casta pero que se venden bien que para eso le hemos pagado la universidad y la mayoría se preocupa por Messi, Neymar y el futuro de Casillas. ¿Será verdad lo de los más de 4 millones de parados y lo del riesgo de pobreza que afecta al 29, 2 % de la población según el INE.

Seguro Santidad que la Encíclica quedará en el olvido, como la de otros Papas que también hicieron denuncias parecidas, aunque la suya es «una pasada sostenible».

Con sumo respeto, le animo a «que siga dando este tipo de bofetadas» para ver si despertamos…

Jesús Felipe Gallego. Presidente Grupo ISTur

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