Caminar, Edificar y Confesar

Habemus Papam, se oyó que decían desde el balcón. Después el nombre del Cardenal Jorge María Bergoglio y, por último, como llamaremos al nuevo representante de la Iglesia Católica: Francisco I.

En los primeros segundos hubo un silencio sepulcral, pues se habían barajado otros nombres, luego estalló el júbilo. Un Papa bonaerense, «venido del otro lado del mundo», como el mismo expresó, se convertía en el sucesor de Pedro, el primero de la lista y del último, Benedicto XVI.

Este no es un blog de religión pero si podemos obtener algunas reflexiones de las palabras de este nuevo Papa y creo que no debemos dejar de expresar nuestros pensamientos.

En la primera misa que ha oficiado en la Capilla Sixtina y delante de todos los cardenales, la homilía que ha pronunciado, será recordada como la «nueva misión de la Iglesia».

Es como una metáfora que podemos aplicarnos, a las empresas, a las instituciones públicas y privadas, a los trabajadores pero, sobre todo, a los jóvenes.

El Papa ha utilizado tres palabras: Caminar, Edificar y Confesar.

La vida es un continuo Caminar que nos obliga a no parar…»cuando se para, la situación no funciona». Los jóvenes deben pensar que, cuando inician sus estudios o se incorporan a su primer trabajo están en el camino, no hay vuelta atrás, hay que seguir adelante a lo largo de la vida. Si paramos, malo.

Hay que Edificar con piedras sólidas, duras que nos ayuden a crecer (educación, formación, experiencias, nuevos trabajos, etc.). El Papa decía que no se puede edificar con «castillos de arena», como hacen los niños en la playa, que pronto se vienen abajo.

Por último, hay que «confesar» los errores. Desde el punto de vista laico diríamos que debemos asumirlos y rectificar para seguir caminando.

No hay más opciones que las de CAMINAR, EDIFICAR Y CONFESAR que, en este mundo actual, buena falta nos hace.

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